lunes, 5 de septiembre de 2016

Domingo Maza Zavala



El Dr. Domingo Felipe Maza Zavala, nació en Barcelona, Estado Anzoátegui, el 04 de noviembre de 1922. Fallece 7 de noviembre de 2010.Su madre fue la maestra de escuela Luisa Zavala y del periodista Domingo Maza. Se graduó como economista en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en el año 1949 en la promoción “Santos Michelena”. Obtuvo el título de doctor, en esta misma universidad en (1962). Ha sido profesor de Economía en la UCV, Director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales(1963-68). Miembro del Consejo Técnico del Centro de Estudios del Desarrollo , (1963-71) y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (1972-75). Ha sido también Profesor de Dinámica Económica en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Santa María y Coordinador de los Cursos de Postgrado en Economía y Administración de la Universidad Santa María (1984). En 1983 formó parte de los economistas encargados de fundar la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE).
Merecedor de numerosos reconocimientos, entre los cuales se pueden mencionar: Premio Nacional de Ciencia 1998, mención Ciencias Sociales y Humanas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Tecnológicas (CONICIT), Premio Nacional de Periodismo; Premio Humboldt al educador. Igualmente fue reconocido con el título de Doctor Honoris Causa de las Universidades: del Zulia, los Andes, Carabobo, Santa María en Venezuela y Simón Bolívar de Colombia.
La teoría de la dependencia y Tercer Mundo
  Consideraciones generales Domingo Maza Zavala, economista venezolano, fue parte fundamental en el desarrollo y consolidación de la teoría dependentista en el pensamiento económico nacional. Junto con otros economistas y sociólogos propició las pautas epistemológicas, económicas y políticas de esta teoría que desarrolló en las décadas sesenta y setenta una perspectiva revolucionaria en nuestro país. La teoría de la dependencia fue una respuesta histórico-política de los países del Tercer Mundo contra el imperialismo. Ésta, desentrañó el proceso histórico de estas naciones que fueron objeto de la dominación y explotación del capitalismo mundial. Esta dominación y explotación fue la causa de la miseria, atraso y subdesarrollo de dichos países. Los intelectuales y políticos del tercer Mundo definieron este proceso como una categoría de relevancia histórica: capitalismo dependiente. Esta circunstancia, según los autores de esta corriente, imposibilitaba un desarrollo nacional en el marco del capitalismo y la única vía para atacar los problemas del subdesarrollo era la socialista. Las fuerzas imperialistas justificaban ideológicamente el atraso, la pobreza y el estancamiento de las fuerzas productivas mediante razones geográ- ficas, culturales y étnicas. Para estos ideólogos del etnocentrismo, nuestros hombres y mujeres de esta otra parte del mundo, carecían de una cultura que valorizara el trabajo, el dinero y el mercado. Todo lo contrario, las naciones desarrolladas, en su mayoría ligadas al protestantismo, revalorizaban el esfuerzo productivo y la disciplina del trabajo. En todo caso salir del subdesarrollo y del atraso, según los teóricos del imperio, sólo era posible mediante la incorporación de estas naciones del sur al proceso de modernización propiciado por el capitalismo internacional. La teoría del funcionalismo, la teoría de Rostow y la Alianza para el Progreso eran los caminos para salir del atraso. Mediante el tránsito histórico de sociedades tradicionales a sociedades modernas. Sin embargo, el proceso de descolonización (1945), la Revolución China (1949) y la Revolución Cubana (1959) modificaron esa forma de entender el proceso histórico de los países del Tercer Mundo. En ese marco, emergió una nueva perspectiva científica para analizar la dinámica histórica de nuestros países con relación al capitalismo mundial. En ese sentido, la teoría dependentista fue el aporte más significativo del pensamiento económico y político del Tercer Mundo para abordar tan complejo problema. Por supuesto, la teoría marxista clásica y la Número 29 / enero-junio 2006 171 domingo maza zavala y su aporte a la teoría de la dependencia, pp. 169-185 Tercera Internacional Comunista (1919) fueron antecedentes importantes que posibilitaron el nacimiento de esa teoría. No obstante, estas teorías resultaron insuficientes para promover una imagen más científica sobre nuestros problemas económicos y sociales. Para esas corrientes ideológicas, el camino era una revolución democrática-burguesa que promoviera de forma gradual y evolutiva una reforma agraria y un proceso de industrialización para sentar las bases del socialismo. Los teóricos dependentistas, rechazaron esa vía por cuanto no era posible en nuestras circunstancias históricas. Por el contrario, era necesaria una revolución social aboliera el capitalismo dependiente y creara una sociedad socialista. No cabe la menor duda, que la revolución cubana influyó en esa dirección. Venezuela no escapó al influjo del pensamiento dependentista que se gestó en los países del Tercer Mundo. Antes que se iniciara una reflexión de tal naturaleza en nuestro país, el pensamiento económico y político venezolano del siglo XIX y parte del siglo XX fue marcado por la doctrina positivista. Se produjeron algunas reflexiones que intentaron explicar nuestro atraso por razones geográficas y raciales. Aún más: según los positivitas carecíamos del espíritu moderno porque teníamos raíces de la cultura católica, hispánica, africana e indígena. Para Lisandro Alvarado, Gil Fortoul, Pedro Manuel Arcaya, nuestros hombres y mujeres carecían de disposición para el trabajo y la modernidad. Además, los consideraban salvajes por cuanto no poseían nociones sobre la ética del trabajo y del capitalismo. Para estos positivistas, el país sólo alcanzaría el desarrollo a través de la educación y el saneamiento de su razas. Por ejemplo, Arturo Uslar Pietri no estuvo al margen de estas corrientes positivistas. Mantuvo una visión antropológica coherente con esas percepciones derivadas del positivismo. Así, en la década de los años treinta, propuso una clasificación sobre la estructura étnica del español, indígena y africano. Sobre el primero sostuvo.

DESCAPITALIZACIÒN Y NUEVA
ACUMULACIÓN

 La descapitalización de la economía venezolana tiene dos aspectos igualmente preocupantes: uno es que el desgaste y la obsolescencia del aparato productivo existente a comienzo de 1983, cuando se hizo manifiesta la crisis de la balanza de pagos, no pueden ser repuestos al ritmo en que se realizan, ya que la inversión bruta real es insuficiente en términos macroeconómicos; otros es que el ahorro financiero global, deducida la amortización de la deuda externa, no cubre las necesidades de inversión aun al nivel deprimido que se mantiene en estos años. Por tanto una exigencia fundamental es la reorganización del proceso de acumulación para lo cual todavía el excedente petrolero puede constituir una vertiente, aunque no en la dimensión alcanzada en el período 1974-81. El crecimiento de nuevas actividades productivas en tres direcciones principales: la diversificación orgánica del esquema de exportaciones, la profundización de la sustitución de importaciones y el autoabaste- 66 cimiento relativo en bienes esenciales de consumo, proporciona el escenario para un nuevo modelo de acumulación vinculado a un patrón de consumo que manifieste preferencia a la satisfacción de las necesidades básicas y el mejoramiento de la calidad de vida. El modelo de acumulación que emerge de la crisis tiene que sustentarse en la participación de nuevos actores y factores sociales. El modelo que propició el Estado administrador de la afluencia petrolera, propicia aun a pesar de la caída del excedente bajo su dominio, fue concentrador, con fuertes rasgos monopolistas, atenuado mediante programas marginales de fomento de la pequeña y la mediana empresa. La mayor proporción de los recursos que facilitó el Estado, bajo diferentes programas (CVF, Fondo de Crédito Industrial, Fondo de Desarrollo Agropecuario, Fondo Desarrollo Urbano) o en la aplicación de políticas de fomento (exenciones y exoneraciones fiscales, subsidios, suministro de insumos de las industrias básicas, entre otros) benefició a la gran empresa y a los conglomerados económicos. En estos tiempos de graves dificultades y restricciones económicas los meca nismos de la concentración del capital han funcionado si se quiere más eficazmente que en la época de bonanza. Ello implica una distribución más regresiva del ingreso. Si se aplica a este análisis la teoría de los juegos, habría que decir que con la afluencia petrolera, concretamente en el período 1970-78, la distribución tomó la forma de juego suma variable positiva, en el cual, aunque las proporciones del incremento del ingreso fuesen muy dispares entre los participantes el resultado era un aumento del nivel absoluto para todos; en los años posteriores, hasta el presente, por lo general, el juego de la distribución ha sido de suma variable negativa, en que sin crecer el tamaño del ingreso real a distribuir, sino, por el contrario, reduciéndose, unos participantes han logrado mejorar su participación mientras que otros (la mayoría) han perdido en términos 67 absolutos. No es sostenible que un nuevo modelo de acumulación se establezca a expensas del menguado nivel de vida popular porque ello conduciría pronto a la frontera crítica del desequilibrio social en que el propio sistema democrático estaría en peligro inminente. 

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