El Dr. Domingo Felipe Maza Zavala, nació en Barcelona, Estado Anzoátegui, el 04 de noviembre de 1922. Fallece 7 de noviembre de 2010.Su madre fue la maestra de escuela Luisa Zavala y del periodista Domingo Maza. Se graduó como economista en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en el año 1949 en la promoción “Santos Michelena”. Obtuvo el título de doctor, en esta misma universidad en (1962). Ha sido profesor de Economía en la UCV, Director del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales(1963-68). Miembro del Consejo Técnico del Centro de Estudios del Desarrollo , (1963-71) y Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (1972-75). Ha sido también Profesor de Dinámica Económica en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Santa María y Coordinador de los Cursos de Postgrado en Economía y Administración de la Universidad Santa María (1984). En 1983 formó parte de los economistas encargados de fundar la Academia Nacional de Ciencias Económicas (ANCE).
Merecedor de numerosos reconocimientos, entre los cuales se pueden mencionar: Premio Nacional de Ciencia 1998, mención Ciencias Sociales y Humanas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científica y Tecnológicas (CONICIT), Premio Nacional de Periodismo; Premio Humboldt al educador. Igualmente fue reconocido con el título de Doctor Honoris Causa de las Universidades: del Zulia, los Andes, Carabobo, Santa María en Venezuela y Simón Bolívar de Colombia.
La teoría de la dependencia y Tercer Mundo
Consideraciones generales
Domingo Maza Zavala, economista venezolano, fue parte
fundamental en el desarrollo y consolidación de la teoría dependentista en el
pensamiento económico nacional. Junto con otros economistas y sociólogos
propició las pautas epistemológicas, económicas y políticas de esta teoría que
desarrolló en las décadas sesenta y setenta una perspectiva revolucionaria en
nuestro país.
La teoría de la dependencia fue una respuesta histórico-política de los
países del Tercer Mundo contra el imperialismo. Ésta, desentrañó el proceso
histórico de estas naciones que fueron objeto de la dominación y explotación
del capitalismo mundial. Esta dominación y explotación fue la causa de la miseria,
atraso y subdesarrollo de dichos países. Los intelectuales y políticos del
tercer Mundo definieron este proceso como una categoría de relevancia histórica:
capitalismo dependiente. Esta circunstancia, según los autores de esta
corriente, imposibilitaba un desarrollo nacional en el marco del capitalismo y
la única vía para atacar los problemas del subdesarrollo era la socialista.
Las fuerzas imperialistas justificaban ideológicamente el atraso, la pobreza
y el estancamiento de las fuerzas productivas mediante razones geográ-
ficas, culturales y étnicas. Para estos ideólogos del etnocentrismo, nuestros
hombres y mujeres de esta otra parte del mundo, carecían de una cultura que
valorizara el trabajo, el dinero y el mercado. Todo lo contrario, las naciones
desarrolladas, en su mayoría ligadas al protestantismo, revalorizaban el esfuerzo
productivo y la disciplina del trabajo.
En todo caso salir del subdesarrollo y del atraso, según los teóricos del
imperio, sólo era posible mediante la incorporación de estas naciones del sur
al proceso de modernización propiciado por el capitalismo internacional. La
teoría del funcionalismo, la teoría de Rostow y la Alianza para el Progreso
eran los caminos para salir del atraso. Mediante el tránsito histórico de sociedades
tradicionales a sociedades modernas. Sin embargo, el proceso de
descolonización (1945), la Revolución China (1949) y la Revolución Cubana
(1959) modificaron esa forma de entender el proceso histórico de los países
del Tercer Mundo. En ese marco, emergió una nueva perspectiva científica
para analizar la dinámica histórica de nuestros países con relación al capitalismo
mundial. En ese sentido, la teoría dependentista fue el aporte más
significativo del pensamiento económico y político del Tercer Mundo para
abordar tan complejo problema. Por supuesto, la teoría marxista clásica y la
Número 29 / enero-junio 2006 171
domingo maza zavala y su aporte a la teoría de la dependencia, pp. 169-185
Tercera Internacional Comunista (1919) fueron antecedentes importantes que
posibilitaron el nacimiento de esa teoría. No obstante, estas teorías resultaron
insuficientes para promover una imagen más científica sobre nuestros problemas
económicos y sociales. Para esas corrientes ideológicas, el camino
era una revolución democrática-burguesa que promoviera de forma gradual
y evolutiva una reforma agraria y un proceso de industrialización para sentar
las bases del socialismo.
Los teóricos dependentistas, rechazaron esa vía por cuanto no era posible
en nuestras circunstancias históricas. Por el contrario, era necesaria una
revolución social aboliera el capitalismo dependiente y creara una sociedad
socialista. No cabe la menor duda, que la revolución cubana influyó en esa
dirección.
Venezuela no escapó al influjo del pensamiento dependentista que se
gestó en los países del Tercer Mundo. Antes que se iniciara una reflexión de
tal naturaleza en nuestro país, el pensamiento económico y político venezolano
del siglo XIX y parte del siglo XX fue marcado por la doctrina positivista.
Se produjeron algunas reflexiones que intentaron explicar nuestro atraso
por razones geográficas y raciales. Aún más: según los positivitas carecíamos
del espíritu moderno porque teníamos raíces de la cultura católica, hispánica,
africana e indígena. Para Lisandro Alvarado, Gil Fortoul, Pedro Manuel
Arcaya, nuestros hombres y mujeres carecían de disposición para el trabajo
y la modernidad. Además, los consideraban salvajes por cuanto no poseían
nociones sobre la ética del trabajo y del capitalismo. Para estos positivistas,
el país sólo alcanzaría el desarrollo a través de la educación y el saneamiento
de su razas. Por ejemplo, Arturo Uslar Pietri no estuvo al margen de estas
corrientes positivistas. Mantuvo una visión antropológica coherente con esas
percepciones derivadas del positivismo. Así, en la década de los años treinta,
propuso una clasificación sobre la estructura étnica del español, indígena y
africano. Sobre el primero sostuvo.
DESCAPITALIZACIÒN Y NUEVA
ACUMULACIÓN
La descapitalización de la economía venezolana tiene dos aspectos igualmente preocupantes:
uno es que el desgaste y la obsolescencia del
aparato productivo existente a comienzo de 1983,
cuando se hizo manifiesta la crisis de la balanza
de pagos, no pueden ser repuestos al ritmo en
que se realizan, ya que la inversión bruta real
es insuficiente en términos macroeconómicos;
otros es que el ahorro financiero global, deducida la amortización de la deuda externa, no cubre
las necesidades de inversión aun al nivel deprimido
que se mantiene en estos años. Por tanto
una exigencia fundamental es la reorganización
del proceso de acumulación para lo cual todavía
el excedente petrolero puede constituir una
vertiente, aunque no en la dimensión alcanzada
en el período 1974-81. El crecimiento de nuevas
actividades productivas en tres direcciones
principales: la diversificación orgánica del
esquema de exportaciones, la profundización de
la sustitución de importaciones y el autoabaste-
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cimiento relativo en bienes esenciales de
consumo, proporciona el escenario para un nuevo
modelo de acumulación vinculado a un patrón de
consumo que manifieste preferencia a la satisfacción
de las necesidades básicas y el
mejoramiento de la calidad de vida.
El modelo de acumulación que emerge de la
crisis tiene que sustentarse en la participación
de nuevos actores y factores sociales. El
modelo que propició el Estado administrador de
la afluencia petrolera, propicia aun a pesar
de la caída del excedente bajo su dominio, fue
concentrador, con fuertes rasgos monopolistas,
atenuado mediante programas marginales de fomento
de la pequeña y la mediana empresa. La mayor
proporción de los recursos que facilitó el
Estado, bajo diferentes programas (CVF, Fondo de
Crédito Industrial, Fondo de Desarrollo Agropecuario,
Fondo Desarrollo Urbano) o en la
aplicación de políticas de fomento (exenciones y
exoneraciones fiscales, subsidios, suministro de
insumos de las industrias básicas, entre otros)
benefició a la gran empresa y a los conglomerados
económicos. En estos tiempos de graves
dificultades y restricciones económicas los meca
nismos de la concentración del capital han
funcionado si se quiere más eficazmente que en
la época de bonanza. Ello implica una distribución
más regresiva del ingreso. Si se aplica a
este análisis la teoría de los juegos, habría
que decir que con la afluencia petrolera,
concretamente en el período 1970-78, la distribución
tomó la forma de juego suma variable
positiva, en el cual, aunque las proporciones
del incremento del ingreso fuesen muy dispares
entre los participantes el resultado era un
aumento del nivel absoluto para todos; en los
años posteriores, hasta el presente, por lo
general, el juego de la distribución ha sido de
suma variable negativa, en que sin crecer el
tamaño del ingreso real a distribuir, sino, por
el contrario, reduciéndose, unos participantes
han logrado mejorar su participación mientras
que otros (la mayoría) han perdido en términos
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absolutos. No es sostenible que un nuevo modelo
de acumulación se establezca a expensas del
menguado nivel de vida popular porque ello
conduciría pronto a la frontera crítica del desequilibrio social en que el propio sistema
democrático estaría en peligro inminente.
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